Hace unos meses encontré un artículo en prensa sobre Bliuma Zeigarnik (enlace a su biografía en wikipedia).
¿Y quién es esta señora? Pues Bliuma era una chica lituana, estudiante de psicología en Berlín, que, un buen día, se dio cuenta de por qué los camareros recuerdan los pedidos pendientes de servir y, cuando los sirven, los olvidan.
Y presentó el efecto Zeigarnik. ¿Qué es el efecto Zeigarnik?
Te lo cuento con un ejemplo.
Es probable que en este momento tengas muy presente las tareas que tienes sin acabar. Y muy posible que, al final del día, te cueste recordar todo lo que has finalizado. Incluso puede que te agobie pensar en ello, porque tienes la sensación de que quieres acabar de una vez.
¿Te sucede? Si la respuesta es que sí, eres víctima del efecto Zeigarnik.
A través de la observación del camarero, Bliuma se planteó por qué recuerdas lo inacabado y por qué casi olvidas lo terminado.
Y organizó otro experimento en el que las personas tenían que ejecutar una tarea concreta: montar un puzle.
Cuando la mayoría de los participantes del experimento llevaban el 90% del puzle armado, a unos cuantos se les pidió parar y dejarlo tal cual estaba, y a otros no. Cuál sería la sorpresa cuando quienes lo habían dejado a medias recordaban mejor detalles del puzle que aquellos que sí lo habían completado.
Así funciona nuestro cerebro: le gusta acabar aquello que empieza. Y, si no lo acabas, se encarga de recordártelo.
¿Acaso no te quedas en la gloria cuando terminas esa dichosa tarea en la que llevas semanas o meses trabajando?
Entonces, según Zeigarnik:
- Lo inacabado provoca agobio, y se retiene mejor en la memoria.
- Lo finalizado provoca satisfacción y luego se «olvida».
Y… ¿para qué te sirve el efecto Zeigarnik en las tareas del día a día?
Para potenciar tu productividad.
¿Cómo?
- Despídete de la procrastinación. Piensa en esa tarea que tienes a medias y que te está pesando. Y no la dejes para luego. Hazlo ya, ¡y olvídate de ella!
- Encuentra la motivación que necesitas acercándote al placer de acabar las cosas. Recuerda: ¡a tu cerebro le encanta acabar lo que empieza!
- Divide los proyectos grandes en tareas pequeñas para avanzar hacia tus objetivos e ir viendo cómo acabas cada tramo. Multiplicarás tu motivación.
- Felicítate y prémiate cuando cumplas con lo que te has propuesto. Quizá olvides la tarea completada por el efecto Zeigarnik, pero ya sabes: ¡recordarás la sensación de recompensa!
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